Consejos para una relación de pareja con hijos más sana

María Clara Rodríguez, esposa, mamá de tres pequeños y experta en contenido sobre maternidad, nos da sus mejores consejos para afrontar la relación de pareja con hijos.

La llegada de los hijos supone felicidad, esperanza y uno de esos pasos que naturalmente, esperamos que fortalezca la relación. Pero mas allá de lo bonito que supone un bebé, hay muchos aspectos que me hacen pensar que en la relación de pareja con hijos, estos son un proyecto y que, como todo proyecto, requieren de planeación, objetivos claros, metodología, recursos, comunicación y evaluación. Y como todo proyecto, una relación de pareja con hijos tiene altos y bajos. A diferencia de un proyecto cualquiera, cuando se trata de los hijos, hay unas variables difíciles de predecir: dos personas completamente diferentes, mundos independientes, que se unen para sacar algo adelante y que, a su vez, deben trabajar como uno sólo para criar a un ser independiente.

Así es, hoy quiero hablarles de la pareja como cimiento de un proyecto llamado “hijos” y de cómo esa pareja se transforma, afectando directamente ese embrión, que con el tiempo crece, nace y se hace persona. En todo ese andamiaje muchos nos enfrentamos a que algo tan maravilloso como un bebé, se convierte a su vez en lo más difícil. Por un lado está el reto de sostenerse de la mano con la pareja mientras el mundo tambalea, y por otro, el reto de convertir en un ser independiente a quién se verá afectado en su desarrollo por su entorno, es decir, por nosotros, y que trae su propia carga genética.

Empecemos con el primer reto: la pareja. No es un secreto que la llegada de un bebé hace tambalear las realciones de pareja. Así el resultado -al final- sea positivo, se presentan crisis. En realidad, no conozco ninguna pareja que haya salido invicta de ellas y no es para menos, pues tener un hijo es decidir para siempre que el corazón andará fuera de nuestro cuerpo, lo que nos hace vunerables. De hecho, el 80% de las parejas experimenta una caída notable en la calidad marital con la llegada de los hijos.

Lo anterior tiene sentido si le damos la suficiente impotancia al coctel explosivo que nos acompaña al convertirnos en padres:

  • El cansancio

Las personas con falta de sueño están más irritables. El déficit de sueño hace que perdamos casi el 90% de nuestras capacidades para regular emociones fuertes, también cae notables nuestra capacidada para resolver problemas, ocurren cambios de humor, problemas cognitivos y alteraciones en el desempeño físico, y esto hace que aumente la hostilidad en las relaciones de pareja con hijos.

  • Cambio de vida

80% de los padres aceptan haber sentido un aislamiento social al tener hijos. En el caso de las mujeres, el aislamiento es aún más severo y hace que perdamos esa capacidad de arroparnos con diferentes grupos sociales, o con lo que muchos llaman “tribu”. Esa soledad que llegan a sentir los padres, en especial la mamá, crea un coctel perfecto de sensibilidad e incapacidad de resolver conflictos.

  • Distribución desigual de tareas

Este problema, que aparentemente es muy cultural, es una de las causas más citadas de conflicto marital. Según varios estudios, las mujeres de familia hacen hasta un 70% más de tareas del hogar que los hombres mientras que, con las llegada de un bebé, las labores para la mamá aumentan hasta en tres veces el trabajo.

  • Depresión

Sumando las tres situaciones anteriores no es sorpresa que todo eso pueda generar una depresión. Cerca de la mitad de las nuevas mamás dicen haber sentido tristeza con la llegada de sus hijos, y entre 10% y 20% experimentan una depresión que puede sumar largas semanas y hasta meses. La ansiedad, mal humor, tristeza profunda e irritabilidad, deterioran las relaciones de pareja.

Ahora, para relaciones de pareja con niños más grandecitos, hay otros factores adicionales. Quisiera que revisaramos en particular lo que ha ocurrido durante esta pandemia. Varios estudios de psicología encontraron que algunas parejas, al interactuar en un mismo espacio por mayor cantidad de tiempo que la habitual, se enfrentan a más tensiones y conflictos. En China, después de la cuarentena estricta, se reportó un aumento del 50% en el número de peticiones de divorcios en marzo. En Estados Unidos, al finalizar tres semanas de cuarentena, los divorcios aumentaron un 34% y las parejas que iniciaron un trámite de divorcio explicaron que la cuarentena generó daños irreparables a la relación y puso sobre la mesa conflictos desatendidos.  Sobre Colombia no encontré cifras actuales, así que lo sabremos hasta final de año cuando las notarías saquen sus reportes, pero se puede suponer que habrá un aumento de matrimonios detereriodados.

En mi experiencia, les cuento que no he salido invicta de fuertes terremotos en mi relación, ni cuando nacieron mis hijos, ni ahora en pandemia, ni con el pasar de los años, pero les comparto la clave para contar una historia con final feliz: tomar conciencia de las dificultades y tomar diariamente la decisón de tener empatía y trabajr en la comprensión más que en las soluciones. Claro esta que esto funciona cuando es una decisión de los dos miembros de la pareja.

Y ahora, hablemos del segundo reto, los hijos. ¿Por qué es tan importante trabajar en nuestra relación de pareja aun cuando se presenten tantas dificultades? Precisamente, por el producto final de nuestro proyecto: nuestros hijos, que no sólo vienen con una carga genética sino que se hacen en un entorno que los permea mucho más de lo que pensamos, es decir, nosotros como individuos, y mucho más, nosotros como relación. Como vemos todo esta relacionado, y así las cosas, no sólo debemos pensar en las relación de pareja por nosotros mismos, sino por cómo puede influir en el desarrollo de nuestros hijos, más especificamente, en su cerebro.

Y es que el cerebro del bebé es enormemente sensible a los estímulos de su entorno, incluso, desde que está en la panza, pues es allí donde se crean las conexiones neuronales que le permitirán nacer, y es allí donde se registran sus primeros recuerdos. Además, ya está demostrado que el estrés maternal puede influir sobre el desarrollo prenatal de los bebés. Si una mamá sufre de un severo entrés durante su embarazo, puede cambiar el temperamento de su bebé, reducir su cociente intelectual, inhibir sus habilidades motoras, dañar sus sistema nervioso y hasta reducir el tamaño de su cerebro. En los primeros años de vida ocurre algo similar:  el bebé es capaz de percibir todo a su alrededor y es por medio de las experiencias y lo que percibe de las relaciones sociales a su alrededor, que registra datos en su cerebro.

¿Qué ocurre cuando mamá y papá pelean y un bebé percibe que algo malo ocurre? Que todo su sistema nervioso se altera. Recordemos que un bebé va desarrollando su cerebro poco a poco, y que la parte ejecutiva del cerebro, capaz de racionalizar lo que ocurre no está lista sino hasta sus 20-24 años de edad, lo que quiere decir que todo lo que entra a su cerebro es procesado con su parte más primitiva del cerebro, con la supervivencia, la cual se ve alterada al sentir hostilidad, entonces, el bebé verá afectada su seguridad y activará su sistema de detección de peligro constantemente, se sentirá amenazado y se generará en su cuerpo la hormona de la que tanto oimos hablar, el cortisol.

Entonces, si un bebé crece en un entorno hostil, es decir, que nuestro proyecto esta preparado por una receta que tiene entre sus ingredientes peleas y agresiones, el niño crecerá con hiperreactividad, será un niño más suceptible a sufrir de ansiedad, depresión, tener episodios antagónicos con sus pares, e incluso, a enfermarse más.

La buena noticia es que para no dañar el cerebro de nuestro chiquito, lo único que debemos hacer es quitarnos los guantes de boxeo y trabajar arduamente en la estabilidad de nuestra relación. No quiere decir que nos convirtamos en adultos avestruces que evitan y no enfrentan el conflicto, todo lo contrario, lo que debemos aprender es, en primer lugar, a autorregularnos en la mitad de los conflictos, y en segundo lugar, a reparar cuando hemos hecho daño. Si, delante de ellos. Así como podemos tener una discusión (ojalá mesurada),  debemos reconciliarnos, pedir perdón y reparar, pues sólo así, estaremos permitiendo que nuestros hijos modelen cómo discutir de manera justa y cómo reparar.

Entendamos que al tener hijos nos embarcamos en un proyecto que exige toda nuestra atención y responsabilidad, que lo más sano es que empecemos por cuidarnos como individuos, pero también como pareja, pues sólo así podremos asegurarnos de brindarle un entorno seguro a nuestro bebé, en el cual pueda crecer y desarrollarse como una persona más inteligente; capaz de solucionar conflictos, y más feliz; capaz de ponerse en los zapatos de otros.

Decidamos trabajar en nuestra relación de pareja con hijos como el gran proyecto que es, decidamos vivir cada día desde el amor y la reconciliación, pues es todo lo que nuestros hijos necesitan absorber.

Les mando un abrazo y toda mi buena energía para que puedan a partir e esta información, empezar a trabajar sus relaciones de pareja, pensando no sólo en ustedes, sino en sus hijos. ¿Cómo han vivido este tema con sus parejas? ¿Hay algún consejo que quisieran compartir?

¡Los esperamos en los comentarios! También les recomendamos nuestro video con la psicóloga experta en terapia familiar Margarita Alviar.